Admiro a los que "bloguean" a diario, yo no tengo material para hacerlo tan a menudo, ni tampoco tanto tiempo... vale, lo más importante es que no tengo ganas!
Me acabo de pasar a la nueva versión de blogger, y la verdad es que de momento parece que ha valido la pena, han facilitado muchísimo la edición del blog: enlaces, archivos, perfil, etc...
Y aprovechando esto, he añadido el enlace de la web de taichi, de la "escuela" a la que pertenece mi profesora, y por ende sus alumnos.
Este es el tercer año que asisto a clases de taichi, y para mi sorpresa, cada vez me gusta más, cada vez disfruto más practicando taichi. Además, el cambio respecto al año anterior ha sido notable. El motivo es que el primer año que empecé con las clases de taichi, la profesora dio a luz a su primera hija, así que durante unos meses la sustituyó su marido y un par de alumnas que llevan muchos años con ella. El segundo año, los profesores fueron además de ella y su marido, un antiguo alumno, también con muchas horas de clase a sus espaldas.
Pues bien, no me encontré nunca cómodo con este profesor, no me gustaba cómo daba las clases, hasta el punto que deseaba que llegara la hora de acabar cuando él nos daba la clase. Si este profesor hubiera seguido también este año, supongo que me hubiera inventado alguna excusa para no ir el día que él daba las clases.
Peeeero por fortuna para mí, la profesora "titular" decició hacerse cargo de nuevo del curso al completo, y además parece que ha regresado con energías renovadas, porque este año estamos haciendo cosas nuevas, que siempre se agradece.
Normalmente la primera media hora de clase la dedicamos a hacer "txi-kun" (ni idea de cómo se escribe correctamente...) : calentamos y estiramos con diversos tipos de ejercicios, trabajamos los meridianos, etc. Y nos sirve de preparación para la forma.
La forma es el "bailecito" típico que a todo el mundo le viene a la cabeza cuando mencionas la palabra taichi. A simple vista puede parecer sencillo, una coreografía, pero cuando lo practicas y ves los millones de matices que llevan implícitos cada uno de los movimientos...
Los dos primeros años practicamos la forma corta, de 24 movimientos si no recuerdo mal, y este año hemos empezado con la larga, de la que llevamos dos partes. Cuando empezamos la larga parecía imposible aprenderse todo eso, y ahora casi ya la domino! Bueno, dominio no es la palabra, digamos que casi he memorizado los movimientos.
La única pega que encuentro es que el local donde practicamos se nos queda pequeño muchas veces, y ubicarte bien antes de empezar la forma, al menos para mí, es vital. De lo contrario, puedes ir tropezando con el resto de alumnos o con la pared, y en definitiva estás más pendiente de esas tonterías que de concentrarte en hacer bien la forma, y así no te relajas y pierde el que para mí es el principal sentido del taichi, la susodicha relajación.
A pesar de todo, ese rato que le dedico al taichi es como un oasis en el que me pierdo dos veces por semana: me olvido del trabajo, de preocupaciones, problemas y del mundo en general... Y lo mejor es que lo hago de una manera consciente. Me explico. No es que me absorba en mí mismo ni nada místico ni raro, simplemente te centras en ti mismo, miras hacia dentro y no hacia fuera como hacemos siempre, tomas consciencia de tu cuerpo, tu respiración, y al menos en mi caso, veo lo acelerada que va mi mente la mayoría de veces...